Aunque el control de versiones no es algo específico del desarrollo de software, aporta tantas ventajas a este proceso, que resulta extraño saber que no todas las empresas (ni mucho menos) de programación usan este sistema.
Con un sistema de control de versiones de código (CVS) para cada proyecto de desarrollo tenemos un repositorio centralizado del código asociado a una aplicación, de manera que cada uno de los programadores va aportando sus modificaciones al proyecto. Lo normal es que cada programador se encargue de un “módulo” de la aplicación, con lo cual no se suelen dar “conflictos de código”, pero en cualquier caso el sistema los gestiona de forma automática, y si esto no es posible, manualmente. Lo importante es que se van registrando los cambios realizados por los programadores, teniendo siempre la posibilidad de volver atrás, por ejemplo, en el caso de que una modificación en una parte del código provoque un error en otra parte.
La razón por la cual el control de versiones es universal es porque ayuda virtualmente en todos los aspectos al dirigir un proyecto: comunicación entre los desarrolladores, manejo de los lanzamientos (versiones que van a ir a producción), administración de fallos (incluyendo la información al cliente), estabilidad entre el código y los esfuerzos de desarrollo experimental y atribución y autorización en los cambios de los desarrolladores.
El sistema de control de versiones permite a una fuerza coordinadora central abarcar todas estas áreas. El núcleo del sistema es la gestión de cambios: identificar cada cambio a los ficheros del proyecto, anotar cada cambio con meta-data como la fecha y el autor de la modificación y disponer esta información para quien sea y como sea. Es un mecanismo de comunicación donde el cambio es la unidad básica de información.
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